viernes, 25 de noviembre de 2016

Literatura y lucha libre. Textos de Omar Murillo





Omar Murillo (La Paz, B.C.S., 1978)

Escritor y artista visual, ha expuesto en galerías de la ciudad de forma colectiva e individual, parte de su obra aparece en revistas de circulacion estatal como: cascabel, la palabra, radical inc., tiene un poemario publicado: La ciudad y otros gatos (Cuadernos de la serpiente), actualmente dirige la revista independiente Perros.










EL CICLÓN NEGRO

Recuerdo cuando esperábamos que bajaran del ring, todos los chamacos del pueblo estábamos ahí, algunos descalzos, otros en huaraches y algunos, los mas pocos con zapatos.

Bajaban los luchadores y queríamos abrazarlos, que nos dieran un saludo, sus máscaras, lo que sea, el caso era estar cerca de nuestros ídolos. Después el regreso a casa.

Nunca olvidaré cuando al Arcángel de Oro, le destrozó la máscara el Ciclón Negro, lloré de coraje; todavía el Ciclón lo faulea y pierde la lucha el Arcángel, todo el público estaba furioso, lanzando cualquier objeto tratando de hacerle daño al Ciclón. Cuando bajó del ring iba bañado de refresco, cerveza y otros líquidos que no quiero recordar por el desagradable olor. La gente del pueblo no lo dejaba ir, lo empujaban, insultaban, yo me hice paso entre la multitud y le clavé un vidrio de una botella en el antebrazo derecho.

Esa noche mi padre llegó con mucha comida, con un vestido para mi madre y otro para mi hermanita que se encontraba dormida y unos zapatos para mí. Mi madre lloraba conmovida. Esa noche conocí la abundancia.

Nunca había visto tan grande a mi padre, lo abracé y no quise mirarle el antebrazo vendado. Lloré y le pedí perdón, un perdón que nunca comprendió.








SANX

Eras real
de carne y convertible plateado
Tenías un Demonio externo
la de a caballo
mujeres vampiro
Pero, llegó el día
en que el cielo
derramó lágrimas de plata
sobre un pueblo
ya sin máscara.









GENIECILLO AZUL

Desde la quebrada
no paró tu vuelo hasta llegar a Perú setenta y siete

Tu clavado penetra el pecho
de tu adversario
revolviendo aguas
en azul y plata
de llaves y vuelos hondos desde la tercera

-aún recuerdo cuando
a punto estuve de perder
tu máscara contra la almohada
a la que vencí con la “de a caballo”-

Tu nombre se grabó en mi infancia
para encenderse en estas líneas
de butacas repletas de recuerdos
que lanzan monedas
al centro del ring
llamado
memoria










EL HIJO DEL CHARRO ENMASCARADO

Un recuerdo inolvidable de mi niñez, fue cuando vi a mi padre quitarse la máscara, él no era luchador, era zapatero pero, yo tenía cuatro años.

A mi padre los buscaban boxeadores para que les remendará sus guantes o zapatillas y fue gracias a ellos, que se acercaron los luchadores para que les confeccionará sus máscaras. Era el único zapatero del pueblo y el único que fabricaba máscaras en la región.

De todos los luchadores que íbamos a ver en la Arena de los hermanos Huerta, el Charro Enmascarado era mi favorito, por las llaves y sus topes suicidas. Era mi ídolo y también el de mi padre, tal vez por eso, cuando terminó de hacerle su máscara sintió el impulso de ponérsela y posar frente al espejo; yo tenía cuatro años y vi al Charro quitarse la tapa y descubrir el rostro de mi padre que giró suavemente para sonreír y lanzarme un guiño. 

Por algún tiempo pensé que  mi padre era el Charro Enmascarado aun cuando me tenía de la mano en la Arena y el Charro lanzándose desde la tercera cuerda. Lo contemplaba y él me hacía seña que la acción estaba en el cuadrilátero. Después su sonrisa acompañada de ese gesto que me llenaba de alegría y seguridad.

Murió cuando yo tenía nueve años, todos los luchadores y boxeadores, junto con sus clientes habituales fueron a casa a ofrecerle el pésame a mi madre, que siguió con el negocio aunque ya sin hacer máscaras ni remendar guanteletas.

Desde entonces voy a la Arena, sólo para ver al Charro, porque me aferro a la idea de que es mi papá tras la máscara, ya nadie se acuerda del zapatero, sólo yo que lo veo cada jueves subir al ring.

Pero, hoy ha perdido la lucha más importante y tendrá que despojarse de su máscara. Una inmensa tristeza me lleva a un llanto profundo; el que más duele, por qué al perder su máscara, también perderé a mi padre para siempre.









TERCERA CAÍDA

Samantha abría una maleta. En la silla del comedor, Rodolfo se tocaba el hombro izquierdo con la mano derecha, se miraba el codo haciendo círculos en el aire.
-esta vez no voy a perder-.
Dijo a Samantha que de espalda, al parecer asentía. Su mirada se clavaba en las prendas que iba depositando en el interior de la maleta. Mientras él le decía que también echara una capa.

Cuando eran novios; Rodolfo era la joven promesa y retó al Perro Dorado en una lucha de apuesta, perdió y ya no pudo levantar su corta carrera pues, Turano como se hacía llamar, era un personaje que había nacido con máscara y tenía que morir sin ella.

Se tomaba el otro hombro con la otra mano y repetía el movimiento.
-Esta vez no voy a perder-, reiteraba a Samantha que iba y venía de un cuarto a otro, sin cruzar miradas, llenando la maleta.

Después de una largo tiempo regresó con otro nombre y otra máscara, pero, también la perdió en un cuadrangular y tuvieron que irse de la capital e iniciar otra vida y una nueva carrera en provincia.

Ahora lo habían retado a él y aceptó, ¡esta vez no voy a perder, te lo juro! ella sólo agacho la cabeza y lo abrazaba sin fuerza.

Rodolfo se golpeaba la palma con el puño alternadamente, aunque cada vez con menos determinación.

-voy a perder, ¿verdad?-, inconcientemente lo confesó, esperando que se sentará junto a él y le acariciara el pelo pero, Samantha cruzaba la sala con la maleta en la mano y sin reparar en las palabras, giro el picaporte.
Y dos sollozos quedaron separados por una puerta que se cerraba.







¿QIUÉN GANÓ?

Después de una lucha bastante reñida, Aníbal vence al Cobarde en una combate por el  campeonato mundial medio, el público extasiado por el derroche de ténica, habilidad y coraje mostrado a lo largo de la pelea, sube al ring para abrazar a los dos gladiadores que alzan sus palmas en señal de agradecimiento, los encumbran en sus hombros, cada uno con sus respectivos seguidores que los ovacionan y los bajan del ring; dando la vuelta olímpica al cuadrilátero son llevados hasta sus vestidores, los aficionados que siguen en sus butacas,  aplauden y aclaman a los dos ídolos. Un niño perplejo por el espectáculo, le pregunta a su padre, quién había ganado, él, brotándole las lágrimas contesta; nosotros hijo, nosotros y lo sube a sus hombros, tomándole las manos en actitud de triunfo. Sigue la ovación y el niño se confunde más.





sábado, 19 de noviembre de 2016

SILENCIA. TRES LIBROS DE BALAM RODRIGO


SOBRE EL AUTOR
BALAM RODRIGO
(Villa de Comaltitlán, Chiapas, México, 1974). Exfutbolista, biólogo por la UNAM y diplomado en teología pastoral. Autor de los libros de poesía: Hábito lunar (2005), Poemas de mar amaranto (2006), Libelo de varia necrología (2006 y 2008), Silencia (2007), Larva agonía (2008), Icarías (2008 y 2010), Bitácora del árbol nómada (2011), Cuatro murmullos y un relincho en los llanos del silencio (2012), Logomaquia (Puerto Rico, 2012), Braille para sordos (2013), Libro de sal (2013), El órgano inextirpable del sueño (antología poética 2005-2015) (Guatemala, 2015), El corazón es una jaula de relámpagos (antología poética 2005-2015) (España, 2015), Desmemoria del rey sonámbulo (2015), Iceberg negro (2015), Bardo. Pequeña antología (Chile, 2016), Silbar de mirlos para la hermusa (en prensa) y Sobras reunidas. Antología de poesías & pensamientos inútiles (Los Bastardos de La Uva, en prensa). Coautor de Una raya más. Ensayos sobre Eduardo Lizalde (2010) y coordinador de las antologías de poesía Trece poetas de Chiapas: 1970-1986 (UNAM, 2008) y Cofre de cedro. 40 poetas de Chiapas. 1960-1986 (Círculo Editorial Azteca, 2011). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués, zapoteco, polaco y francés, y aparecen en antologías, revistas y diarios de México, así como en publicaciones de República Dominicana, Brasil, Colombia, Argentina, Chile, España, Puerto Rico, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Portugal, Alemania, Polonia y Francia. Su obra está incluida en: Antología de poesía contemporánea México-Colombia (Colombia, 2011), Nove poetas mexicanos dos años setenta (Brasil, 2011), Vientos del siglo. Poetas mexicanos 1950-1982 (UNAM, 2012), Lumbre en el almaje. Muestra de poesía mexicana (1970-1985) (Guatemala, 2012), Antologia de poemas mexicanos (Portugal, 2013), Poetas mexicanos del nuevo milenio (Colombia, 2013), Antología general de la poesía mexicana (Océano, 2014), Espejo de doble filo. Antología binacional de poesía sobre la violencia Colombia-México (Ediciones Atrasalante, 2014) y Un poema en que no mueras nunca. 64 poetas latinoamericanos nacidos entre 1970 y 1990 (Colombia, 2014). En cuatro ocasiones ha recibido las becas otorgadas por el CONACULTA a nivel estatal y nacional: del Coneculta-Chiapas en las categorías Jóvenes Creadores en 2005 y 2007; Creadores con Trayectoria en 2009; y Jóvenes Creadores del FONCA en 2009-2010. Su obra ha merecido una cuarentena de reconocimientos de carácter internacional, nacional, regional y estatal, entre otros, el Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2012 y el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2014. Sus libros Libelo de varia necrología y Bitácora del árbol nómada fueron elegidos por el diario Reforma entre los 10 mejores libros de poesía publicados en México en 2009 y 2011 respectivamente, mientras que Braille para sordos fue seleccionado por el diario El Norte como uno de los mejores libros de poesía de 2013 y fue finalista del I Premio Internacional de Poesía Medardo Ángel Silva 2014 (para obra publicada) convocado en Guayaquil, Ecuador. Miembro del Sistema Nacional Creadores de Arte del CONACULTA en la disciplina de Letras.






















viernes, 18 de noviembre de 2016

El desierto y el mar. Poemas de Carlos Padilla Ramos.


Carlos padilla Ramos. Villa Juárez, Sonora México. 16 de octubre de 1959.

Arribamos a la ciudad de la Paz el 25 de marzo de 1980, con las alforjas repletas de sueños por poder acceder a los espacios de la educación. La ciudad de la paz de esos años, como una madre tierna, nos abrazó con sublimes caricias maternales y nos acogió en su seno. En septiembre del 1980, iniciamos nuestra capacitación en la Escuela Federal por cooperación Mtro. Marcelo Rubio Ruíz, periodo que quedó concluido en el año del 1983. Posteriormente ingresamos al Instituto Tecnológico de La Paz, donde recibimos nuestro título como ingeniero civil, en la generación 1983- 1987. Adquiriendo nuestra titulación automática (por escolaridad) al obtener el 90% de promedio general. De aquí, nos hemos dedicado en la mayoría de mi vida profesional, a la disciplina de la construcción. Y en algunos espacios, combinados; a la docencia, en la impartición de las materias de Matemáticas y Física, en el nivel bachillerato. En relación a las letras; me recuerdo concursando desde los años primeros de estudio en primaria y secundaria, en eventos de declamación, oratoria y teatro, donde logramos obtener algunas premiaciones. Mis últimas participaciones, como estudiante, en las disciplinas mencionadas fueron precisamente en los estudios de bachillerato, don participamos en la puesta en escena de algunas obras de teatro. Hoy y de manera meramente accidental, nos encontramos inmersos en el medio de las letras, escribiendo; primero algo de narrativa, a través de una serie de anécdotas de mi vida y mi profesión, luego, en un intento por lograr mayor alcance en este género, escribimos algo de ficción. Ahora; tenemos la oportunidad de conocer el Taller en la UABCS, que atinadamente lidera el amigo Raúl Cota Álvarez, donde nos encontramos ingresando al maravilloso mundo de la poesía.




Equivocado el mar, suelta una golondrina
Como solté yo sin meditarlo,
este loco amor por tí
y sufrí con ello,
tal como un padre cuando pierde a su hijo.
Y crujieron con violencia los cerrojos del alma
al reconocerse equivocado el sentimiento.


Si la llave del llanto te delata
¡Suéltalo y se libre!
no vivas con él para que te aprisione.
¡Enfréntale tus fuerzas!
para que fluya con la libertad de las gaviotas, con la libertad misma del aire.
Y cuando al final lo sientas tuyo,
¡vuelve a soltarlo!
porque solo así,
es que al final será tuyo, para siempre.




La poesía
Inacabable fuente, desde donde borbotan sueños y llegas como inagotable
manantial de ideas.
Te aproximas lenta y quieta,
muda, escandalosa y seria.
Con alegoría estrepitosa de carnaval,
de mascarada irreal.
Como una vida misteriosa,
envuelta en prosa poética.
Como verso hecho de risas y llantos,
de ruidos y silencios.




Miedo
Eres vago e intangible
y sin embargo...
Cuando llegas,
losas densas aprisionan el alma
con desaforado espanto.
Luchas tan etéreas, como infames,
invaden desgastándolo todo,
desperdiciándolo todo, en un mundo de mentiras.
¡Porque al final, eres solo eso! ¡Mentiras!
Y por mucho que te esfuerces por hacer presente nuevo rostro,
tus miles de rostros, no son más que máscaras de falsedad que calan
y se vuelven celos que abrazan,
que fluyen en torrentes
abrasando músculos que gritan tiritando por tu culpa.
No te temo,
sé que en círculos concéntricos regresas,
que en periodos sucesivos te presentas.
Ven a mí, regresa.
No maltratas ya más a mi alma.
Te conozco y, no te temo.




Tragedia
Broma macabra me encontré un día
al enterarme
que mi madre iba perdiendo sus recuerdo.
Sentí como los cristales de mi vida
se rompieron
y amenazando mi existencia
con sus aguzadas puntas
en mi contra se volvieron.
Y me propuse escribir mil notas,
pensando que con esto,
aquello resolvía
y que al leérselas la curaría.
Pero el golpe fue tan fuerte
en aquel maravilloso baúl de los recuerdos
que se quedaron esparcidos por el aire.
Ya no logré remediar
ni parchar al menos
la tragedia.
Sin embargo la alegría de mi madre,
cuando con sus glaucos ojos me acaricia,
hará que mi vano intento
haya valido la pena para siempre.





El desierto y el mar
Infinitos universos de ondeantes superficies
Horizontes inacabables
bajo una bóveda celeste
igual de interminable.
Mundos de carácter apacible
Reventando entre retos que se oscilan tremebundos
entre vida y muerte,
entre humedad y sequía
sin arroparse ni perderse nunca
en sus antagonismos.
Mudos mundos que se complementan con sus ruidos,
con sus vidas anteriores
y con sus muertes interiores
que en vaivenes perenes se transportan.
Mundos de lo infinito y lo pequeño
que al otorgar el sustento
alimentas fortaleza y temple
miedo y confianza
valor y talento.
Paraísos milenarios sin renuncia alguna
vitalidad que tiembla
ante el desgarrador llanto de la ballena
y gime ante el lastimero
aullido del coyote.
Viajando desde inimaginables espacios
que al intersecarse
llegan
tan solo para concluir el viaje en sus orillas
y confirmar su amor eterno
con un beso suavemente cálido
que se quedará por siempre
tatuado en sus mejillas.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Silencio. Poemas de Ángel Eduardo Sánchez Gil


Ángel Eduardo Sánchez Gil
 (México, D.F.,1954)

Estudió la carrera de Médico Cirujano en la UNAM, especialista en Cirugía General y con estudios en Angiología y Cirugía Vascular.
Residente en La Paz, Baja California Sur desde 1985.
Autor de artículos científicos de su especialidad. Actualmente retirado de la vida institucional habiendo dedicado más de treinta años al ejercicio profesional en IMSS e ISSSTE siendo colaborador en el Boletín de la Sociedad Médica del ISSSTE, (SOCMEDIS).
En el terreno de las letras, participante en diversos talleres de creación literaria, de novela y ahora en el Taller de la Serpiente en UABCS.
Primer lugar por cuatro años consecutivos de los juegos florales organizados por la comunidad del Colegio La Paz de esta ciudad.




Birula

Gazella
emoción tubular verde brillante
sueño palpable al inicio de algún año del siglo pasado
cómplice instructora
voz de campanas agudas
de círculos suaves y giros engranados
elegante hasta en tu sombra
floral en primavera
rehilete tricolor en septiembre.

Voladora del vértigo infantil
en las pendientes locas
promesa del viaje confiado
por el camino largo
en la compra cotidiana de la leche o las tortillas
gravedad en el descenso
pistones en las piernas cuesta arriba tus motores.

Inquietud lubricada en la línea de salida
para ganar o perder.
Experta en obstáculos
diversión creciente cuando de charcos se trata.

Propiedad compartida
taller de responsabilidad, constancia, equilibrio, alegría,
de cómo hacer amigos,
lección en cada caída.
Extensión del cuerpo niño para ir más allá
para llevar la carga, la que pesa y la que abraza
montado entre cadena y  freno.

No creciste conmigo
¿Qué fue de ti?
Invadida por la herrumbre
pálida
con tus giros atorados
tu pedal inmóvil
entre soles y lluvias
te perdiste,
te perdí.








Calma


Retrato marino de
aparejos vagos
árboles de acero
desnudos de velas
de ramas y nidos
que al viento reclaman
traza matinal.
Muelles que nacieron
en bosques lejanos
alinean las naves
balsas sosegadas
remos y motores
que aguardan al hombre
para navegar.
Antes que sorba café
quietud de banderas
ramas apacibles
todo ha sido calma
por los siglos de los siglos,
amén.





Chispas marinas


Qué noche la de hoy
la de ayer,
tibia transparencia
imagen de sueño
espejismo material.

Brillos azules en el cielo
estrellas y luna casi llena
entre las nubes.

Al frente,
luces brillantes
puerto agitado.

Debajo del agua…
¡Chispas marinas!
fosforescencia viva
de cuerpos excitados
¿Cómo dijiste?

Noctilucas.





Haiku Paceño


Ramas que silban
corto las más secas
huracán cerca.







Silencio


Lugar misterioso
hábitat de las palabras
negadas por el viento
nido de las mentiras y
guardián de la verdad.

Minuto solemne
dedicado a la memoria,
pausa de pentagrama
que paralizas acordes.

Mar
donde los gritos se ahogan
en la sala de espera
cuando algo no marcha bien.

Deseo
que en la soledad pensada
ardiendo sin culpa
beneficias reflexión.

Paradoja hablar de ti
te rasgas con la palabra
si la pronuncio por obvio,
si la escribo con el frote
de la pluma en el papel.

Reinas en el absoluto
donde las manos hablan,
los ojos escuchan,
y el cuerpo sin tonos
canta.







Un sonido ocre


En el olvido constante
del encierro sensorial,
merodeando en el vacío
busco el siete de la escala
y del espectro de luz.
Sabio, virtuoso
oculto en lo diminuto
ondulado, protegido
el color del decibel.
Lo encuentro en mí,
en el cosmos,
en un mantra,
en un himno de liturgia,
en divina consonancia
color ocre como la tinta
que estos versos escribió.








domingo, 6 de noviembre de 2016

Nostalgia. Muestra de la poesía de Carmen Benítez Raygoza


CARMEN BENÍTEZ RAYGOZA

Nació un 18 de septiembre cerca de Mazatlán Sinaloa; pasó ahí su infancia hasta los 2 años de edad, posterior a ello en la población minera de Santa Rosalía, Baja California Sur.
Desde sus estudios de preparatoria ha residido en La Paz, B.C.S., hasta la fecha, con un paréntesis de cinco años en la Ciudad de México, para cursar sus estudios profesionales en la facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ha laborado en diferentes niveles del sistema educativo en B.C.S. y También cursó la maestría en Ciencias de la Educación con Especialidad en Docencia en la Universidad de esta capital.
Actualmente se desempeña como Psicóloga del Centro de Desarrollo Infantil No. 1, Profr. Jesús Castro Agundez.
Tiene dos hijos. Participa activamente en actividades de interés social en la comunidad.


“Poetisa de mar, arena y espinas”

Ese nombre me surge del entorno en el que vivo y que al estimular mis sentidos provoca inspiraciones de los más contrastantes resultados al mezclarse con mis emociones, idea y recuerdos.
El mar, inmenso, profundo, de cambiantes colores y que tan presto amanece besando suavemente la playa, como en otras ocasiones golpea con furia las rocas de los acantilados.
La arena que forma playas y dunas tan bellas y fatigantes, santuarios de soledades del desierto sudcaliforniano que permite dar espacio a los más vitales sentimientos.
Y las espinas, que son las hojas de los cactus de mi desierto, que protegen adornando la firme corteza de las plantas que guardando en su interior el escaso líquido vital, mantienen la vida en las más adversas condiciones.
Por eso mi poesía tan variada y de tantos matices, la considero hecha de mar, de arena y espinas.






Atardecer en La Paz



Sublime atardecer de octubre

Caminar por el malecón de La Paz

Espléndido sentir el viento

Que al despeinar acaricia

Paisaje que admiramos sin prisa

En esta ciudad sin igual.

Sentir la brisa del mar esmeralda

Gotitas que refrescan el alma

Y motivan a recordar.

Inmersa en los pensamientos

Que atraigo a estos momentos

Anhelos que abrazan y calman

Alimentando la esperanza

De que la luna infinita

Motive vuestro recuerdo

Para volvernos a amar.






Silencio


Abráceme de nuevo vida mía
Despójeme de miedos, de la ropa
Que sus manos acaricien mi geografía
Y experimente placer en cada copla.

Disfrutar su palpitar aquí en mi pecho
Explorar con gran placer todo su cuerpo
Besar y acariciar con gran vehemencia
Sin permitir en absoluto la prudencia

Abráceme de nuevo vida mía
Y sienta mis deseos por sus besos
Los sueños de pasión aquí lo esperan
De un cuerpo que lo anhela en el silencio.







Los dos así queremos



Al mirarlo veo el ocaso

Y el adorarle me da fuerza

Que de sus labios tan solo

Una fuente chica emerja

Pero en los míos un arrollo

De amor y pasión generas.




Ambos forman caudaloso río

Cuando en los mares se adentran

Porque los dos así queremos

Y adoramos con firmeza

Y…si no con palabras





Las miradas lo demuestran

Porque el fuego que se oculta

Es de mayor viveza

Y el río detenido

El ímpetu lo acrecienta.




¡El amor…que no sienta!,

¡Que no ve…que no intenta!

Lo conocemos ¡Oh amante!

Sólo las almas nuestras,

Que hacen de esta larga espera

Fácil camino sea.








Amanecer en sus brazos



Lo recuerdo cada día, cada hora y cada instante

Da luz a mis pensamientos

Y emociones a mis sentimientos

La razón, en mí ya no importa

Si el corazón es quien la domina

Me fascina su mirada fijamente en la mía

Buscando quizá una respuesta a mi estado de melancolía.

Ha cambiado mi ser

La esencia de mi existir

En espera de amanecer en sus brazos

Por ello, ¡vale la pena vivir!



Este amor me da la fuerza

De seguir conquistando un sueño

Por tan solo besar su rostro

Y abrazarlo es lo que más anhelo.

Su imagen la llevo grabada

En un hermoso sentimiento

Sus fuertes brazos me acompañan

Y me abrazan aquí entre sueños.




Sus ojos con su bella mirada

Los adoro son eternos

Su pecho lo busco en las noches

Y colmo en el mis deseos.

Ha cambiado mi ser

La esencia de mi existir

En espera de amanecer en Sus brazos

Por ello. Realmente, ¡vale la pena vivir!








Nostalgia



Nostalgia de sentirlo cerca

De rozar sus brazos… de mirarlo

Y con la mirada besarlo

Acariciando su amado rostro

Besando una a una las marcas de tu piel.




Nostalgia de escuchar su melodiosa voz

De sentir que descubre en mí un bello amanecer

Sabiéndolo tan mío como la luz al sol.

Bullicioso rocío de caída de agua

Nostalgia y cobardía a la vez

Como ardiente espada

Que atraviesa mi esperanza

Dolor…

Porque Amar ¡Maldita sea!… ¡Como duele!

Venir a despedirse. Poemas de Arturo Hernández Villalba



Iván Arturo Hernández Villalba nace en la ciudad de La Paz el 03 de septiembre de 1994. Es licenciado en educación y miembro del taller de la serpiente UABCS. Fue becario del programa Interfaz: Los signos en rotación edición 2016. A publicado en revistas de circulación local y en aparece en la compilación “Transpeninsulares: Poetas de Baja California nacidos en los noventa” de la revista electrónica Circulo de poesía. 





Calzado formal

Hay un zapato tirado
a media calle,
no puedo
distinguir su tamaño
ni el peso de sus huellas,
Alguna vez fue blanco
hoy
            es color camino,
Pareciera que hace poco
fue niño,
ahora está roto de tanta vida;
roto de no haber dejado huellas;
roto de no haber brincado
en suficientes charcos de agua;
roto de ser el que no pateaba las piedras;
roto de nunca haber sentido
un pie desnudo,
Ahí está,
mirándome,
desde su perspectiva
soy el que está tirado
en medio de la calle
                        de la ciudad            
de todo este bullicio;
            en medio de un lugar
que sólo él distingue,
Y se preguntará
si al ser calzado
por uno de mis pies
—No importa que sea
            el equivocado—
sentirá mi hambre
mi miedo
                        mi tristeza,
Lo veo,
las puntas de sus agujetas
están gastadas
por la ansiedad de quien aún de adulto
recuerda las advertencias de la voz materna,
Abróchate esas agujetas, no te vayas  a c
                                                                           aer,
Él me mira,
                        y sabe
que yo le presenté varias veces
mis rodillas al suelo,
que yo también fui niño,
y alguna vez perdí un zapato,
            uno pequeño,
                        que olía a chicle
                        que iluminaba la figura de mis huellas
                        que se vestía de personaje de caricatura,
Nos miramos,
parecemos viejos conocidos,
el frío se posa dentro de aquel zapato
y comienza en la planta desnuda
de uno de mis pies,
La calle es la misma
el bullicio es el mismo
la gente es la misma
el zapato es el mismo.
Yo ya no más.
El frío nos dice que lo qué mi pie descalzo
y el zapato buscan es la misma cosa,
no lo creemos,
el frío se irá del zapato
cuando otro pie lo habite,
el último par de zapatos
que yo usaré
                        será formal.




Poema de parque


Los viejos llegan
con bolsas de semillas bajo el brazo,
las palomas siempre son las mismas.
Las bancas y el piso los esperan,
tan inmóviles que da miedo,
el cielo se mueve
las nubes nunca dejan atrás el color gris,
la fuente espera los peces
que la lluvia
                        —rompiendo su promesa—
nunca le trae.
Las palomas se levantan,
a volar los mismos círculos de todos los días,
encaminándose hacia los tejados
y los viejos se sienten más libres
cuando se van,
no se dan cuenta
que lo que alimentan
son sus cicatrices.





Primaria

El salón de clases se quedó con todos los sueños
el jardín de la escuela con todo el amor de las maestras
la cancha con todas las huellas que llevaban a algún destino
las lluvias pasaron y nosotros sólo las vimos desde las ventanas
los charcos extintos extrañarán por siempre nuestra infancia
las mochilas descansarán rotas sobre el olvido
y los arboles que están fuera del patio de las abuelas
siempre se preguntaran
¿Quién enseño a las aves el canto de la ausencia?





Venir a despedirse

Los muertos visitamos en los sueños,
nos dan la oportunidad de despedirnos,
teniendo la desfachatez de no decirnos
que debemos hacer en esa despedida,
y así bajamos, preguntándonos qué diantres debemos hacer,
Llegamos a los sueños y nos ponemos cómodos,
al fin y al cabo es lo único que nos resta por hacer.
Entonces ustedes, los vivos, creen que nos sueñan
y no entienden que para una despedida o un saludo
hace falta un viaje,
—un sueño también lo es—
por más pequeño que sea
o que solo vaya de un detalle a otro,
Aunque la muerte sea eterna nos deja regresar,
una vez por cada persona de la que no nos despedimos;
de los enojados, los molestos, los hipócritas,
de los buenos, de los niños,
de los que se quedan sin saber qué hacer,
Algunos no dicen palabra alguna
aguantan los reproches de los vivos
y así se despiden,
o piden perdón por lo hecho en vida
o por lo no hecho ,
y así se despiden,
y habemos otros que solo venimos
a responder preguntas
y así
nos despedimos.





Cada vez que miro el reloj

Siempre he huido del tiempo
mirando mi reloj;
esa pequeña navaja
que la vida me puso en la muñeca
para recordar
que algún día
ya no podré volver
a ver la hora.






Viejo

Viejo de ojos vidriosos,
acompañante de mi tierna y rápida infancia,
me enseñaste que un día también pasa
al darle la vuelta a un cassette,
pero ya no hay cassettes,
han caído en el mismo desuso
que las señales de humo
unidas a las cartas de las nubes,
y los días no vuelven
viejo, a veces me doy cuenta que llegue
demasiado rápido a un punto
que hice demasiado lejano,
el camino detrás de mí se desvanece
y nuestras huellas no sirvieron
para marcar un camino de regreso a mi infancia,
y por ir a mi lado tú también vas perdido
Viejo,
            viejito de mi sangre,
tú que regresaste mil veces el casete de Cri-crí
para que mis leves ojos durmieran
y la noche no me pareciera tan oscura,
tú que le prendiste fuego a mis miedos,
y haciéndolos tuyos te incendiaste
y te escondiste debajo de la cama,
para dar de comer tus cenizas a los monstruos
logrando que me dejaran en paz,
y entonces dejaron de tocar las puertas del armario
y mantuvieron su sombra en los bolsillos,
aprendieron a escuchar Cri-crí
y medir los días en vueltas de casetes
Viejito de párpados cansinos
los días no vuelven
las noches no se van
sólo tú
sólo yo;
sólo yo.



Hoy Varsovia se quedará sin duque


I

Chopin, siempre me acompañas,
que se vayan al carajo
aquellos que nos tachan de melancólicos,
si nos sobra noche la acabamos entre vals y vino.
Dancemos, deja el piano un momento
únete a la noche,
deja la melancolía para otra ocasión.
A nuestras mujeres no las recordaremos,
que se queden con el piano y la guitarra,
que se queden con la música si quieren,
ojalá destruyan todo si les place,
pueden quemar el piano y quebrar la guitarra.
Lo he pensado y quizás tú también, Chopin,
los melancólicos no somos nosotros
sino los instrumentos y las mujeres que frecuentamos.

II

Frédéric,
sobre el piano descansan dos copas,
espero me acompañes
esta noche te escucho.
Me pierdo en tus nocturnos.
Arrastras el amanecer.
Frédéric, cómo nos extraño,
como extraño la lluvia de tu música.
Desde que ella se fue
el piano toca la sequía
las cuerdas no dan frutos,
la melancolía no florece más.
Ya nada vibra, Frédéric,
ni dentro de mí, ni fuera,
el piano seca,
la habitación se vuelve
pequeña, triste y negra
durante todos los allegros.

III

Hoy Varsovia se quedará sin duque
porque en mi melancolía suenas,
te adueñas de mi estancia,
mi cocina, mi habitación.
Hoy Varsovia se quedará sin pianos
y tus manos me reflejarán
o quizás yo me reflejaré en ellas,
el piano sonará, vibraremos.
Hoy Varsovia se quedará sin nosotros
los dos seremos tus notas,
una partitura perdida entre el sonido,
la agonía
se quedará en nuestras mentes.
Hoy Varsovia te extrañará, Frédéric,
porqué te tengo en mi mente
y tus melodías seducen
mi acompasada noche.

IV

Dos segundos, Frédéric,
dos jodidos segundos te bastan
para destruirme,
me incendio en ti,
me congelo junto al piano,
me desprendo,
me desgarro.
Dos segundos, Chopin,
me erizas la piel
en tus, nosécuántas, emociones.
Te sientas al piano,
melancólico, como yo,
nos contagiamos.
Dos segundos, Chopin,
deberías escucharme,
quizás te sientas como yo
que influenciado por tu música
hago llorar mi guitarra
por tratar de imitar tu piano.
Dos segundos, amigo,
un dueto, anda,
y quizás destruyamos
lo que sea.

V

Te busco, Frédéric, porque en ti me entiendo,
en las noches te vuelves arrullo
y tu piano hamaca.
Ven y ayúdame
a deshacerme del piano que tanto la recuerda,
porque ella bailaba mientras yo te interpretaba,
me seducía.
Terminábamos haciendo el amor
cerca de ese jodido piano.
Para tu altar mandé traer otro,
uno puro, que no he lastimado con mis manos 
ni ella con sus besos.
Frédéric, que con tu música la seduje
ayúdame ahora a olvidarla ,
dame una nueva sonata a que aferrarme,
nuevos nocturnos para hacer bailar mis lágrimas.
tú que siempre me acompañas
no me dejes la tentación de su cuerpo sobre el piano,
llévatelo,
deja que mi melancolía recorra las octavas
como mis manos recorrían su cuerpo.

VI

Frédéric, quisiera interpretarte
pero eres tú quien me interpreta,
me conoces mejor que yo,
mueves dentro de mí cada célula
al fervor de un piano viejo,
desquebrajas mi ser
y notas después pieza a pieza
me reconstruyes sin dolencias,
sin amores, sin odios,
sólo con la memoria de tu música.
Frédéric, cómo nos extraño,
nos extraño mucho,
en esos días en que las partituras
se acomodaban sobre el piano
y sobresalías entre todos los pianistas.
Eres mi favorito
y para mi desgracia también eras el de ella
también la entendías o se entendía en ti.
Lo sé,
tuve que compartirte por un tiempo
Frédéric, lo siento.

VII

Mi guitarra llora
no alcanza el sonido oscuro
de tu piano,
vibra esperanzada en mis manos
que no se comparan con las tuyas,
quiere ser vals, allegro, sonata,
quiere serte.
Discúlpanos por querer ser como tú,
como tu piano, como tu música,
pero nos fascinas, nos encantas,
nos sacas el vacío y llenas con nuevas notas.
Frédéric, te imité para impresionarla.
Mi guitarra también la quería
quiso crear por ella melodías,
darle noches de serenata,
mañanas de danza pulcra.
Frédéric…
mi guitarra y yo quisimos seducirla
y ahora no estamos completos.

VIII

A mi padre le decían mal carpintero, Frédéric,
¿Y sabes por qué?
Porqué tenía todos sus dedos ¿Puedes creerlo?
Decían, Frédéric,
que sino había perdido un dedo en algún accidente
era por ser mal carpintero
y no dedicarse vivazmente a su trabajo.
Oh Frédéric, quizás a ti nadie te dijo
que tenías manos de pianista,
y mírate, Frédéric, melancólico, enfermizo, fugaz,
pudiste destruir a Rusia con un Nocturno
volver a Varsovia,
componer marchas e himnos de victoria
pero Frédéric, pobre Frédéric,
nadie te dijo que tenías manos de pianista
y te arrebataron todo
de tus manos.

IX

Tú decías, Chopin,
cuando los dolores del corazón
se vuelven enfermedad
todo se pierde,
nunca viste lo que hacías,
la condición de enfermizo
en que te encasillaron  
no te dejó ver
que tus dolores del alma,
del corazón, de la muerte,
los volviste melodías,
medios días y noches completas.
Chopin, nunca lo viste
pero yo lo aprendí de ti.
Tú, tu piano y mi guitarra
son mis doctores de cabecera,
cuando adolezco me recetan música
y cuando más me duele el corazón
me meten al quirófano
en medio de un concierto
y me insertan la música
en lo más profundo del alma.

X


Te despido, Frédéric,
a la guitarra,
no soy tan virtuoso al piano,
escúchame imitarte
y reflejar
la melancolía que de mí sale.
Gracias Frédéric,
te despido hasta la noche de mañana
en que me atreva a probar whisky sin ti
y mi guitarra me lo reproche.
No sé qué sea mejor, Frédéric,
un Vals o un intento de Nocturno
para despedirte
ni siquiera sé si pueda tocar como tú,
oh Frédéric, que interpretabas melancolías alegres
y se podía bailar entre la lluvia sin mojarse,
bailar entre dolores sin sentir dolencia,
bailar alegremente sin sentir alegría,
Frédéric, así quisiera despedirte
quedándome con tu melancolía
para que tú por fin  pudieses
levantar las manos del piano.

CASCABEL # 14

CASCABEL # 14
NUEVA EPOCA, MUESTRA DE LA LITERATURA QUE SE ESTA ARMANDO EN HERMOSILLO, TORREON, TIJUANA Y EN LA BAJA SUR.

POETICARTEL #4

POETICARTEL #4
ILUSTRACION DE JULIETA SANCHEZ HIDALGO, TEXTO DE FEDRA RODARTE HIRALES ---PROYECTO URBANO DE DIFUSION DE LAS LETRAS Y LA GRAFICA SUDCALIFORNIANNAS, EN COORDINACION CON EL ISC Y LA DIRECCION DE CULTURA MUNICPAL

"CIUDADES IMPOSIBLES" obra grafica de Omar Murillo

"CIUDADES IMPOSIBLES" obra grafica de Omar Murillo
--de la serie "ciudades imposibles"

--de la serie "ciudades imposibles"

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