viernes, 26 de mayo de 2017

Anotaciones sobre Odile. Poemas de Ramón Cuellar Márquez


Ramón Cuéllar Márquez

Nació en La Paz, en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña como productor y guionista en Radio UABCS, donde dirige el programa “Letras Vivas, la voz de los escritores sudcalifornianos”. Ha publicado los libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”, “Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.





Anotaciones
sobre Odile



El huracán Odile fue el meteoro más intenso de que se tenga memoria y que tocó tierra sobre la península de Baja California, como se muestra en la actual era de las imágenes de satélite. Junto al huracán Olivia de 1967 y empatada con su predecesor, el huracán Marie, Odile tuvo una presión barométrica de 918 hPa. Barrido sobre la península en septiembre de 2014, Odile causó una gran estela de daños, particularmente en el estado mexicano de Baja California Sur; adicionalmente causó daños menores en el resto de la República mexicana y el suroeste de Estados Unidos. El precursor de Odile se formó en una depresión tropical al sur de México el 10 de septiembre y rápidamente alcanzó la fuerza de tormenta tropical. Luego de desplazarse erráticamente por varios días, Odile empezó a moverse al noroeste, incrementándose su potencia antes de alcanzar su pico de intensidad de huracán, categoría cuatro, el 14 de septiembre.

Wikipedia.Org


Categoría 1

Vendrá el aire dando vueltas con sus faldas para que el mar
[se levante,
bramido de espuma que se agita en mitad del mediodía,
[que devora la noche,
que lleva y trae los barcos a la mano de la playa
[donde los granos de arena
se han convertido en sistemas solares que nadie entiende,
[que se elevan
y regresan a la faz de la tierra como un manso
[cordero,
soles tristes que no evolucionan y explotan en su agua.
Todas las noticias apuntarán hacia tu gran ojo negro,
[hacia tus fauces
de violencia genética, tus clamores de algodón
[que recorrerán el tiempo,
las pantallas de televisión y las líneas de periodistas
[imprecisos,
asustados de tus dientes, pero hambrientos
[de que tu baba todo lo destruya.
Avanzarás poco a poco, arrastrándote por el océano
[como una oruga gigante,
convertida en ciclos de vientos, en círculos de agua
[tormentosa,
para que la sal del mar se encarame junto contigo
[hasta que tus alas blancas
aleteen a la velocidad de la ráfaga,
con vientos sostenidos arriba de doscientos quince
[kilómetros por hora
y rachas de doscientos sesenta que estiran todo
[como una liga en las aguas.

Como un dios olvidado tus pasos de veinticuatro kilómetros
[por hora
marcarán la pauta hacia la tierra que te espera tranquila,
[necesaria como la luz
que se unta a las plantas como un radiante grito
[de vida.
Como el dios maya Hurankén que esparció su aliento
[en las insólitas aguas del origen,
así tus alas de mariposa blanca recorrerán su camino
[de caprichos,
por aquí, por allá, adelante, izquierda, derecha.
También en tu recorrido cargarás las significaciones
[de tu nombre,
habitadas por los signos de los arahuacos
[y los quechuas,
ese dios maligno que todo lo recoge y lo lanza
[hacia los cielos.
Lento, sonriente, satisfecho de la sangre de aire que te poseerá
[como un demonio,
invisible a la mirada, con la furia de ese dios cojo que nació
[del corazón del cielo
para gobernarnos todos los septiembres de todos los años
[de todos los siglos,
nos dejarás ahítos de lo breve y del instante que todo
[lo consume.
Sí, ese dios de una sola pierna, ese huracán, ese hun, uno,
[ese akán, esa pierna solitaria
que va dando sus tumbos a lo largo del océano
[como patada de mula.

En otras partes vas y vienes con otros nombres,
[con otras alas, otras penínsulas,
tal vez otros dioses hermanos o tú mismo siempre
[como en un espejo,
otra sangre transparente, otros mundos que vuelven
[a nacer,
siempre el regreso, el génesis, el ciclón de la India
[y todo el golfo de Bengala,
el baguio de Filipinas, el Willy-Willy de Australia
[y el tifón del oeste del Pacífico.
Tu poderoso abismo, hoyo negro en la Tierra, nada escapará
[a su horizonte,
ni las lámparas de petróleo de mi abuela ni los cerillos
[de la infancia,
se mantendrá para siempre jamás en los linderos
[del signo,
dando giros como un trompo en la cutícula del mar, el piso
[acuoso de tu memoria,
como en el Popol Wuj donde naces y te reproduces
[como maestro gigante,
donde Uk’ u’ Kaj llamado Jun Raqan, corazón del cielo,
[o hu rapah r’aqan, agua gigante,
se solaza y se recrea en sí mismo para renovarlo todo.
O te hallarás en las palabras del poeta Timo Sosa, que leerás
[palmo a palmo
para descubrir Hunrakan, ese sentido rápido,
[vertiginoso
y amarillo que habita en la casa de Hun-uno rax,
[y abre sus puertas

y ventanas con un aullido que desprende árboles
[y ángeles desde sus raíces.

Más delante de ti verás a los gobernantes sentarse a la mesa
[para que tu cuerpo
no arrase nuestra frágil inteligencia que se aferra
[a los cauces del pasado
y a los planes de un futuro que jamás ha existido,
ahí donde Ulises navega en las aguas
[de su incertidumbre.
Como sacerdotes temerosos darán órdenes para recibirte
[sin cabras desolladas,
sin corazones abiertos para que no ocurras,
[para que no llegues,
para que todo lo humano quede al margen de las otras
[vidas,
para que no obstante arribes con todo el impulso
[de las horas
y en sus prédicas escritas en oficios número
[tal y asunto tal
su autoridad signifique el peso de una pluma que cae
[después del zarpazo:
“Estamos trabajando para ti, para tu sonrisa,
[para tu confianza en la urna,
para que no te equivoques al marcar la cruz después
[de la tormenta.”
Desde sus templos de burócratas arrastrarán el lápiz
[haciendo planes y estrategias,
contemplando los pros y los contras de tenerte encima
[del arco iris,
cabalgata en la atmósfera, jinete preciso, locura blanca,
mirarán desde sus perplejidades los efectos de tu paso
[de veinticuatro kilómetros por hora,
cálculos que servirán para sus rituales de despensas
[y láminas galvanizadas.


Categoría 2

A pesar de tus hebras que circulan, a pesar de tu antiguo
[espíritu que nace del estío,
borraremos de las líneas de las manos
las significaciones de tu gestación con un nombre
[nuestro,
un embrión que te aprisione una y otra vez
[a los delirios del clima,
que te una al todo que no concebimos,
del que desertamos espantados por no creernos parte
[del vaso de agua.
A tu eterno retorno le pondremos nombres, figuras de paja
[sin vórtices,
círculos que avanzan y retroceden como Octavio Paz
[en su poesía:
vendrá Fausto, vendrá Catrina, vendrá Juliet, vendrá Lisa,
[esa espantosa boca
que en un lejano septiembre de mil novecientos
[setenta y seis se comió la tierra
y el cielo y los casas y los coches y las mujeres
[y los hombres y los niños.

Caminarán por las calles con el peso de la luz del sol
[en sus manos,
ese sudor que se expande en las paradas de camión
[y en las casas,
mar de gotas y actividades que suben y bajan para darle
[sentido
a la herrumbre acumulada en su historia.
Atentos a la radio, atentos al aire, al remolino distante
[que se eleva
como un helado de coco en la cara de un niño.
Y tú sólo te mueves como una tortuga gigante que se desplaza
[igual que un fantasma,
lanzarás tus zarpazos blancos, llamada de nubes y relámpagos,
[descargas eléctricas
tronando en los cielos mientras las abuelas tapan
[los espejos,
temerosas de que la luz se repita a lo largo
[de sus vidas.
En todas las ciudades y pueblos dudarán de tu arribo,
[de tu aliento exacto,
no te organizarán los rituales que mereces, eso de caerse
[y levantarse,
eso de cambiar la piel para que el horizonte tenga
[un sentido.
Le temerán no a tu vaho impregnado de incertidumbre,
[sino a las mutaciones
que sufren las hormigas y las mariposas,
lo que le sucede al instante cada que muere en sí
[mismo.

Escucharás a través del espacio las declaraciones
[de la comisión nacional del agua,
sobre tu trayectoria, sobre tu violenta veracidad,
la alerta máxima que culebrea como decreto a lo largo
[de la costa,
a través de los siglos que reposan todavía
[en el desierto,
en las llamaradas de más de cuarenta grados
[centígrados;
te han medido la boca, te han marcado la piel
[con una distancia,
con cuatro categorías que estremecen las venas
[de los ciervos,
desorienta a las aves de rapiña y a los pájaros que pican
[los frutos de los cardos;
te han dado nombre una y otra vez porque una y otra vez
[vuelves
con tus ciclos a montar el espanto y el inicio
[del universo,
te han metido en el prejuicio del nombre, te han metido
[en Odile,
para que nadie te olvide en los minutos en que abrazas
[todo.

Estarás cada vez más cerca y desde abajo te verán
[con tus tentáculos invisibles,
abrazos de Hunrakan, de Jun Raqan, esas palabritas
[que sacuden los tímpanos
haciéndolos vibrar para que el eco del océano siga
[sonando en los caracoles.
Con tu hélice de nubes comenzarás a besar la costa
[de la península antigua,
donde Hernán Cortés asentó sus costumbres y antes
[de él otros tantos,
barcos de quimeras en medio de la resolana,
[de los rayos solares,
hombres con ropas y sin ropas en un encuentro
[insólito y en silencio.
Te acercarás como la humedad que invade lo que toca,
[con los pronósticos
y los preámbulos bien establecidos en los temores
[y en la duda.
Tus vientos comenzarán a sentirse como una brisa,
[luego como un abanico celeste,
en seguida una tolvanera con fetos de agua que caen
[de súbito,
que se estampan como pedradas por todos lados.
Aferrados a sus pechos, a sus plumas, a sus pelambres,
[a sus raíces, a sus casas de cristal,
las criaturas comenzarán a ocultarse de tu silbido
[inmenso,
huida precisa hacia ningún lado, cualquier sitio
[que guarde la sangre,
el arca no construida pero a la que se han subido
[todos dando tumbos,
para que sólo Odile ruja al sur suroeste del Finisterra.



domingo, 21 de mayo de 2017

TEMER AL MAR. Poesía de Raúl Antonio Cota


Raúl Antonio Cota (La Paz, B.C.S., 15 de marzo de 1949)
Licenciado en educación media superior con especialidad en español, posee el grado de Maestro en ciencias de la educación. Ha ejercido la docencia en educación media superior, en licenciatura y en posgrado. Ha incursionado en la poesía, en la crónica, el ensayo, la novela, la reseña y el cuento, además de su labor ininterrumpida como docente, escritor y promotor cultural. Es autor de 11 libros de poemas (entre los que destacan: Temer al mar y otros poemas -1992-; De cetáceos y de bestias -1981-; De los viajes en general -1984- dos novelas (A toque de campanas -2000- y La niña, memorias de una adolescente -2005-). Ha obtenido el premio latinoamericano de poesía Colima, en 1984; el nacional de poesía “Tepic de Nervo”, en 1985 y el nacional de poesía “Ciudad de La Paz”, en 1990. Ha coordinado talleres de creación literaria desde 1980. Fundo y dirigió durante mas de dos décadas la revista de poesía “La cachora”; presidió la Asociación de Escritores Sudcalifornianos, formó parte del Consejo editorial de la revista “Tierra Adentro”, del CNCA y aparece en el Diccionario de Escritores Mexicanos, editado por el Instituto de Investigaciones Filológicas de la U.N.A.M.






TEMER AL MAR

Para Ledo Ivo

I

Temer al mar
de pie ante sus grandes olas
ante el escape de sus dimensiones azules
con la mirada perdida
desde tierra firme
desde las dunas ballenáceas y nocturnas.

Temer al mar
y saber que el destierro no es angustia
y que el regreso niega la melancolía
desde los instantes que preceden toda recuperación
todo arribo final.

Temer al mar
y no confiar en nuestras venas arenosas
y ásperas que se aferran al tiempo.

Temer al mar
es negar la ballena blanca
—la otra—
la fantasmagórica, la inútil.
Es resistirnos al juego ingenuo
de la transmisión de nuestras miserias.

Es inútil, nosotros somos la ballena.

Creo que amanece
más la sábana blanca de su piel
cetácea
serenamente desnuda al pie
de los cantiles
provoca que amanezca.






II

Temer al mar
cuando la exactitud azul de la ballena
penetre en los recintos privados de las algas
y las ostras mas viscosas
corran agitando sus mandíbulas
hacia ninguna parte
porque el oscuro plasma de las aguas
amenace con irse
del bestiario humano
y dejar los continentes
flotando sobre el polvo
y los horizontes envejezcan
como las propias manos.

Temer al mar
cuando el crepúsculo interrogue
sus ángeles rebeldes
y palidezca
la nocturna luminosidad de las ciudades
cuando la luna y los astros
comiencen a ser reales
en los lomos peregrinos y cetáceos.

Temer al mar
cuando la incertidumbre
invada nuestro animo
y no alcancemos a saber si nuestro origen
es marino
o celeste
o es origen.
Temer al mar
cuando sus crestas horrorizan nuestra carne
y un aire denso desliza sus misterios
en los corredores indiferentes
y solos
de nuestra alma.

Temer al mar
cuando se es sonámbulo de día
y las colinas de los cementerios
no satisfagan nuestras ansias
los inútiles y transitorios estados de ánimo.

Temer al mar
cuando se confundan las orillas de los puertos
y cunda el desoriento
entre los más firmes capitanes del oficio
de escribir a los océanos.

Temer al mar
cuando nos vayamos a vivir
a sus orillas
y todo abandonemos por el entusiasmo.

Temer al mar
cuando nuestra propia casa
le dé la bienvenida
por la ventana más amplia
y desaloje nuestros obscenos huesos
por la puerta.


Temer al mar
cuando no rehagamos los versos
como cambia la arena de las dunas
y los huesos salinos de animales
varíen su ropaje entre los mangles.

Temer al mar
cuando las focas no reposen
ya no
sus bultos de ropavejero
en las tranquilas pieles de las rocas.

Temer al mar cuando la carne alucinada
en las multitudes solitarias de las grandes ciudades
detenga su peregrinar a lo desconocido.

Temer al mar
cuando al alejarnos de las olas
volteemos hacia atrás
y las sirenas más absurdas
permanezcan sentadas en sus piedras
y maten nuestros sueños.

Temer al mar
cuando suspenda su canto la ballena
y dejemos de advertir el aliento
que existe entre el paso de los siglos
y los caracoles silogísticos
no atesoren —ya no— en su oído musical
los gritos primigenios.


Temer al mar
cuando las cuatro ballenas cardinales
se amotinen sobre el mundo.

Temer al mar
cuando en locura prendida a la vigilia
la ballena descienda a los rincones inhóspitos
y ante la ausencia total
de luminosas poblaciones de plancton
de apetitosas masa de eufasiáceos
se oculte a morir de hambre
como los hombres en las grandes ciudades del mundo.

Temer al mar
cuando no comprendamos
que el canto es el lujo mortuorio del abismo
la desesperada resistencia a la individualidad.

Temer al mar
cuando la ballena no sea el mimo
que imita a los peces voladores
y el retroceso del pulpo
no sea su más astuta manera de avanzar.

Temer al mar
cuando neguemos que la danza
nació de los cetáceos
y heredaron sus ritmos
a los cuerpos humanos de la selva.


Temer al mar
cuando mis atavismos, mis deseos jamás satisfechos
los senos nunca besados,
las palabras nunca pronunciadas
—que se guardan en su regocijo—
no se expongan al sol
y sea evidente mi efímero y casual
encuentro con la vida,
con esta locura a medias recorrida.

Temer al mar
al recordar que la carne estalla
al grito del arpón,
enormes violaciones a la piel
—chirridos de la grasa—
como si la carne muda
despertara en ese largo instante
de nunca producir tamaña inmensidad en el espacio
momento táctil
aéreo
las aletas caudales y dorsales
dobladas en espasmos
para luego quedar a la deriva de si misma
más cetácea que nunca.

Temer al mar
cuando los inenarrables cantos
de la ballena jorobada
abandonen las inmensas cordilleras
submarinas

y no sean más nostalgia
ni sean sed
ni angustia
ni coraje

temer al mar
cuando sintamos que la palabra no es ya
la otra cara del mundo
la única posible

temer al mar
cuando deje de empequeñecernos
la creciente inmensidad azul
de sus montañas nómadas
mientras las desafiamos de pie
ante su orilla
sobre el vértigo huidizo de su arena.

Temer al mar
cuando esa tierra sin fin
sea solo un horizonte de asombros
jamás imaginados en los encuentros de las  aguas.

Temer al mar
cuando el viento ligero no levante ya más
las sabanas volantes de la arena
y nuestros torsos desnudos en la playa
no experimenten el flagelo sutil de su constancia.


Temer al mar
cuando la playa no sea ya
nuestro refugio socorrido
ni al calor de la risa de los niños
recuperemos la certeza del valor de la vida.

Temer al mar
cuando las aguas podridas de los astilleros
y las turbias de los muelles
exijan clasificación aparte
y el cuerpo de la amada
el llanto y las miserias
no estén en el mismo pan
en el mismo verso.





CASCABEL # 14

CASCABEL # 14
NUEVA EPOCA, MUESTRA DE LA LITERATURA QUE SE ESTA ARMANDO EN HERMOSILLO, TORREON, TIJUANA Y EN LA BAJA SUR.

POETICARTEL #4

POETICARTEL #4
ILUSTRACION DE JULIETA SANCHEZ HIDALGO, TEXTO DE FEDRA RODARTE HIRALES ---PROYECTO URBANO DE DIFUSION DE LAS LETRAS Y LA GRAFICA SUDCALIFORNIANNAS, EN COORDINACION CON EL ISC Y LA DIRECCION DE CULTURA MUNICPAL

"CIUDADES IMPOSIBLES" obra grafica de Omar Murillo

"CIUDADES IMPOSIBLES" obra grafica de Omar Murillo
--de la serie "ciudades imposibles"

--de la serie "ciudades imposibles"

de la serie "ciudades imposibles"