martes, 28 de noviembre de 2017

Crayolas color ceniza (fragmentos). Poemario ganador del premio regional de poesía La Paz 2017


Iván Arturo Hernández Villalba nace en la ciudad de La Paz el 03 de septiembre de 1994. Es licenciado en educación y miembro del taller de la serpiente UABCS. Fue becario del programa Interfaz: Los signos en rotación edición 2016. A publicado en revistas de circulación local y en aparece en la compilación “Transpeninsulares: Poetas de Baja California nacidos en los noventa” de la revista electrónica Circulo de poesía.




Premio regional de poesía ciudad de La Paz 2017
Crayolas color ceniza (fragmentos) – Arturo Hernández Villalba



Papá trabaja con cadáveres

y así me abraza,
con ese aroma a bosque acenizado
acicalándole la boca,
con un epitafio en cada dedo de su mano
que ruega por mi porvenir,
con media sonrisa decepcionada de la vida
y media mueca de odio torcida
hacía el azul falso del cielo.

Papá me abraza
con sus manos que han acariciado
la muerte.


Carcinoma significa también cicatriz
y significa miedo en mi pequeña boca.
Porque es una palabra enorme,
enormemente grande,
como una caída en bicicleta,
como una canica perdida,
como un caramelo
que rompe su cristalizada vida
contra el suelo.




Soy un niño pequeño
que lleva el mismo nombre de su padre
en otra lengua.

Un niño pequeño
que ya carga pecados,
que ya sabe del sabor de las cenizas,
que ya entiende el silencio sabio de los árboles.

Fui tonto, papá,
caí en la tentación
de creerte
héroe.



Aquí los arboles
encuentran el camino
a su última morada.

Las manos de papá
saben más de azar
que las piedras
de los acantilados.

Aquí los arboles
dan sus últimas plegarias
o dejan de creer.


Papá trabaja con cadáveres
desde que el gallo pinta con su agreste canto la mañana
hasta que los gatos seducen las costillas de la noche.

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Un crimen singular. Narrativa de Marliz Moreno Vázquez


Margarita Elizabeth Moreno Vázquez ”Marlíz Moreno”
Licenciada en Comunicación y Relaciones Públicas por la (ULA), Universidad Latinoamericana. 1999
Maestría en Gestión y Dirección Estratégica de Recursos Humanos por el (IES) Instituto de Estudios Superiores de la Fundación Universitaria San Pablo-CEU de Madrid. 2001
Se inició en 1996 como editora de notas internacionales en (Notimex) Agencia Mexicana de Noticias. Editora de la revista “MexiCalidad”, se ha desempeñado en el Área de Capacitación en organizaciones como Federal Express Holdings México y C.A., Banco Interamericano de Desarrollo, Washington, D.C. así como en Ingersoll-Rand/Hussmann y, (GNP) Grupo Nacional Provincial.
Vive en la Ciudad de La Paz, Baja California Sur desde 2008. Es autora del libro “El vuelo de la mariposa”. Dirige el proyecto “Letras en Forma” en Publicaciones Odisea S.A. de C.V. letrasenforma.mmv@gmail.com  Y actualmente colabora como Content Manager en la agencia de viajes: tuprimerviaje.com













Un crimen singular

En las afueras de la ciudad se aprecian extensas llanuras que alguna vez fueron ejidos naranjeros. Hoy, poco a poco han ido apareciendo pequeñas granjas, bodegas y una que otra casita. Los asentamientos humanos aun son escasos y no es raro ver intercaladas viviendas con terrenos cercados sin construcción que dan la apariencia de un pueblo casi fantasma.

Por increíble que parezca, esta población cuenta con papelería, tienda de abarrotes, parque, heladería y hasta una pequeña capilla. Un domingo en plena misa de once, se hizo presente una señora que vestía un abrigo negro. Usaba lentes oscuros y su cabello rubio recogido apenas dejaba entrever un rostro claro y triste.

-¿Ya vio comadre? ¿Quién está entrando a la capilla?

-Sí comadre, pero qué atrevimiento de esa mujer. Entrar en la casa de Dios como si nada.

-¡Pero si habrá gente cínica!

-No entiendo cómo el padre lo permite. Es más, no entiendo cómo esa mujer no está en la cárcel.

-De seguro tiene palancas. O dinero. O las dos cosas.

-Sí comadre, a leguas se le nota la cara de asesina.

-Dice la Beatríz que lo más seguro es que mató al marido para quedarse con el dinero.

-¿Pues usted qué cree comadre? ¿A poco iba a dejar rastros? De seguro lo va a reportar desaparecido y ella ya hasta dispuso del cuerpo, ¡Dios bendito!

El padre dio por terminada la misa, alzó su brazo derecho para dar la bendición y a la salida de la capilla se formó como siempre un grupo de gente poniéndose al día sobre los acontecimientos semanales. Era la esperada hora de socializar y aprovechaban también para comer elotes con crema, algodones de azúcar y un poco de prójimo.

Audelino Sánchez era un ranchero del pueblo a quien le pagaban por sacar a pastar las vacas de un ganadero acaudalado. Ese día, estaba sentado en una banca del atrio cuando se le acercó un agente de la policía municipal para hacerle algunas preguntas sobre los rumores que corrían acerca de la señora del abrigo negro.

-Buenos días Audelino

-Buenos días agente, ¿cómo está usted?

-Muy bien Audelino, gracias. Desde hace unos días que quiero hacerle unas preguntas.

-Usted dirá. Toy a sus órdenes

-Se comenta en el pueblo que usted presenció un crimen. ¿Qué tiene que decir al respecto?

-Bueno agente. Yo lo único que puedo decirle es lo que yo vide... Resulta que hace dos semanas ma o menos yo taba debajo de un árbol, almorzando pues. Cuando llegó en un carro una señora. Traiba puesto un abrigo negro y me llamó la atención que se miraba llorando. Traiba lentes oscuros y el pelo recogido. La miré que bajó una pala. Se metió muy segura al predio, como si supiera el lugar exacto a donde quería cavar. Lueguito se puso a hacer un hoyo con la pala. Supe pues que algo quería enterrar. Pero yo me jui de ahí porque no quería perder de vista a las vacas. Después ya no miré nada.

-Pero Audelino, ¿qué fue lo que la señora enterró?

- No, pos yo no vide. Sólo miré que bajó del carro un bulto envuelto en una toalla blanca o verde o blanca con verde, no recuerdo con exactitu.

-Bueno Audelino, ¿y cree usted que nos pueda conducir al lugar de los hechos? Se trata de algo muy grave si es que estamos hablando de un asesinato.

-Sí agente, yo con gusto los puedo llevar.

Esa misma tarde, acordaron verse en un punto de la carretera, a partir del cual, Audelino Sánchez los llevaría al lugar en donde se había dado lugar el crimen de la señora del abrigo negro. Y así fue, Audelino y los agentes caminaron unos metros hacia el monte. La hierba era espesa y con mucha cautela se acercaron a lo que parecía ser un pequeño enterramiento.

A lo lejos escucharon una voz conocida. Era el padrecito que gritaba:

-¡Señor agente, señor agente! ¡Audelino! ¡Deténganse por favor!

Estaban a punto de cavar nuevamente para destapar el misterio que tenía a medio pueblo en la zozobra. Cuando el padre se acercó corriendo, jadeando por su mala condición física:

-Hijos míos. Hace dos horas se acercó a mí la dueña de este terreno. Es nuestra nueva vecina, seguro saben de quien les hablo. Es una señora joven y rubia. Siempre trae el pelo recogido. Me acaba de decir que está muy triste, que hace dos semanas que llora inconsolablemente porque su perrito se le acaba de morir y que como muestra de su duelo, viste un abrigo negro en señal de luto. Beatríz, la señora de Adelino me dijo que habían venido a desenterrar un bulto que ella colocó en este terreno. Bueno, pues les informo antes de que cometan un error, que ella dispuso enterrar a su perrito aquí porque dice que va a construir la casa en donde quiere pasar el resto de su vida y que quiere estar al menos cerca del pequeño cuerpo de su amada mascota.

Y así los hombres voltearon la mirada hacia la improvisada tumba y alcanzaron a ver un ramo de flores blancas, un collar de perro atado a un madero y una inscripción que decía: “Por siempre Cayetano, mi fiel amigo y compañero”. 









La casa abandonada

Santillana del Mar, finales del siglo XX. Una casa muy grande pero abandonada. Las paredes externas han tornado un color negruzco y el salitre marino del Cantábrico se ha impregnado entre los muros internos que dejan filtrar goteras gélidas y estremecedoras. El apuesto joven Pablo está de vacaciones por primera vez en Cantabria y el pueblo le ha despertado una gran curiosidad, en especial, esta famosa casa.

Pablo llegó entusiasta con su cámara. Su principal intención era fotografiar ese pueblo del que tanto le habían hablado. Tuvo que comprar un impermeable y un paraguas debido a que, sin importar la estación, las nubes y los chubascos forman parte de la perspectiva cotidiana en aquel lugar. Se permitió tomar una sopa caliente de mariscos y decidió que emprendería por fin esa tarde la visita a la famosa casa abandonada.

Existen un sinfín de mitos y leyendas sobre la práctica de brujería en la antigua Santillana del Mar. Esto, aunado a que por esos días, se designó a esta población como sede de una exposición temporal sobre “Instrumentos de tortura”, le dieron a Pablo el contexto perfecto para tomar fotografías sombrías y para prestar oídos a los más lúgubres relatos que jamás hubiera escuchado con anterioridad.

De la casa abandonada se rumoreaba que sólo había quedado un espejo que tenía un único poder. Aquella persona valiente que osara plantarse frente a él, recibiría un mensaje. Muchos han entrado a la casa, se han mirado en él y se han lamentado el resto de sus vidas, se repetía Pablo a sí mismo, al recordar las palabras de advertencia de los habitantes. Pero para Pablo se trataba sólo de supersticiones y habladurías populares.

Pablo, temerario, racional y ecuánime pagó su boleto de entrada y se dispuso a visitar la casa. Le pareció que de pronto el cielo se volvió más oscuro. Al entrar en la casa, sintió de pronto un frío que se coló entre su ropa. Subió las escaleras y le pareció extraño que no había más turistas que él. Por un momento dudó y se preguntó si su osadía era muy grande o si simplemente aquel pueblo no atraía suficientes visitantes.

Por fin, entró en la única habitación abierta y vio en una de sus paredes, colgado el dichoso espejo. Con una risa casi burlona, Pablo se acercó al espejo y se concentró en la imagen que allí se estaba reflejando. Su respiración era cada vez más rápida y no podía creer lo que estaba viendo. El reflejo era de un demonio de ojos rojos y dientes afilados. De inmediato cerró los ojos y sintió como se erizaban los pelos de sus brazos.

El apuesto Pablo llevó sus manos a los ojos y no quiso ver más. Sin embargo una voz proveniente del espejo se dejó escuchar sutilmente: “Soberbia, vanidad y soberbia... vanidad”. Pablo salió corriendo de la habitación y llevaba esta vez las manos sobre sus orejas mientras jadeante bajaba por las escaleras. “¡No lo puedo creer!, ¡qué cosa tan horrible!” Llegó de nuevo hasta la puerta de la casa, en donde estaba la taquilla.

El vendedor de boletos salió a darle un poco de consuelo y le dijo: “Joven, este espejo es inocuo, no se asuste. Sólo tiene el poder de reflejar el alma de las personas. Ignoro cuál haya sido el mensaje para usted, pero tengo la impresión de que se encuentra en perfecta edad para ajustar las velas en su paso por este mundo”. Pablo se cerró el impermeable y se alejó del lugar con la mirada fija y la razón confundida.

















CASCABEL # 14

CASCABEL # 14
NUEVA EPOCA, MUESTRA DE LA LITERATURA QUE SE ESTA ARMANDO EN HERMOSILLO, TORREON, TIJUANA Y EN LA BAJA SUR.

POETICARTEL #4

POETICARTEL #4
ILUSTRACION DE JULIETA SANCHEZ HIDALGO, TEXTO DE FEDRA RODARTE HIRALES ---PROYECTO URBANO DE DIFUSION DE LAS LETRAS Y LA GRAFICA SUDCALIFORNIANNAS, EN COORDINACION CON EL ISC Y LA DIRECCION DE CULTURA MUNICPAL

"CIUDADES IMPOSIBLES" obra grafica de Omar Murillo

"CIUDADES IMPOSIBLES" obra grafica de Omar Murillo
--de la serie "ciudades imposibles"

--de la serie "ciudades imposibles"

de la serie "ciudades imposibles"