Su nombre es
José Miguel Olvera Ortíz. Nació en la Ciudad de La Paz hace 23 años, lugar
donde realizó sus estudios básicos. A la edad de 6 años escribió sus primeros
cuentos, en segundo año de secundaria inicia su primera novela y en
preparatoria se adentró en la lectura y poesía. Realizó sus estudios de
licenciatura en ciencias de la comunicación en la Universidad del Valle de
México campus Toluca. En 2012 se publica su cuento “Una nueva vida” en la
antología de Jóvenes Creadores Sudcalifornianos. Y el año pasado recibió el
premio de poesía joven del festival de día de muertos.
PAREJA PERPETUA
Estás
a mi lado, pero no te siento
tu
voz yace inexistente
ahogada
carente
de significado ante la indiferencia de mi ser
La
distancia se torna escasa, pero aun así no podrías estar más ausente
me
rodeas de caricias vacías, de palabras huecas
cariño
al que solo quiero escupir, antes de ahogarme
¿Cuándo
se volvieron tan grandes estas paredes que me rodean?
¿Cuándo
mi cálida morada se volvió un gélido castillo?
¿En
qué momento brinqué a este vacío?
Ni
siquiera tu ausencia obligada es suficiente para evitar mi ahogo
mi
existir edificado como rutina
mi
rutina edificada como perfecta
perfecta
como mi vida
en
la que terminé casándome, con la soledad misma.
LAPSO DEL SOLITARIO
Odio
el descanso
todo
momento antes y dentro del mismo es incertidumbre
trance
para ver gatear los segundos y minutos
espera
impiadosa
juicio
de miradas hacia mí persona
extrañas
agujas punzándome el corazón
Mil
gracias doy a los dioses ante el regreso
sitio
donde puedo fingir mi escasez de soledad
donde
el tiempo retorna a correr
en
un segundo un minuto pronto es una hora
juicio
ajeno nublado por mi saber
suaves
agujas besándome el corazón
Pero
tarde o temprano tengo que volver a ese infierno solitario
ser
una vez más un observante del tiempo
vigía
de las otras existencias
bocas
emanantes de mensajes plásticos
cuerpos
envueltos en telas de muchos nombres y del mismo origen
seres
perseguidos por sus respectivas vidas
telaraña
que desde lo inmemorial continua hilándose
construyendo
la razón que ahora nos rodea
pero
ya vuelve a ser tiempo de cesar la reflexión
que
las puertas del cielo se han abierto por incontable vez.
SILENCIOSA ESPERA
El
hombre mira al cielo
dado
por muerto
espera
la muerte que no llega
No
es presa del miedo
ni
de lo salvaje
o
la espera
Sólo
vive
sin
las ataduras del hambre y el dolor
sumiéndose
lentamente en un plano turbio
¿Aquellos
que decían amarlo lo velarán?
¿Recordarán
su rostro fuera del marco?
¿Alguien
seguirá amándolo?
Ruega
por lo deseado
por
presencia
por
ser amado, aunque sea, por la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario