Ramón Cuéllar Márquez
Nació en La Paz, en
1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se
desempeña como productor y guionista en Radio UABCS, donde dirige el programa
“Letras Vivas, la voz de los escritores sudcalifornianos”. Ha publicado los
libros de poesía: “La prohibición del santo”, “Los cadáveres siguen allí”,
“Observaciones y apuntes para desnudar la materia” y “Los poemas son para
jugar”; las novelas “Volverá el silencio”, “Los cuerpos” e “Indagación a los
cocodrilos”; de cuentos “Los círculos”; y de ensayos: “De varia estirpe”.
Anotaciones
sobre Odile
El huracán
Odile fue el meteoro más intenso de que se tenga memoria y que tocó tierra
sobre la península de Baja California, como se muestra en la actual era de las
imágenes de satélite. Junto al
huracán Olivia de 1967 y empatada con su predecesor, el huracán Marie, Odile tuvo una presión
barométrica de 918 hPa. Barrido sobre la península en septiembre de 2014, Odile
causó una gran estela de daños, particularmente en el estado mexicano de Baja
California Sur; adicionalmente causó daños menores
en el resto de la República mexicana y el suroeste de Estados Unidos. El precursor de Odile
se formó en una depresión tropical
al sur de México el 10 de
septiembre y rápidamente alcanzó la fuerza de tormenta tropical.
Luego de desplazarse erráticamente por varios días, Odile empezó a moverse al
noroeste, incrementándose su potencia antes de alcanzar su pico de intensidad
de huracán, categoría cuatro, el 14 de
septiembre.
Wikipedia.Org
Categoría
1
Vendrá el
aire dando vueltas con sus faldas para que el mar
[se
levante,
bramido
de espuma que se agita en mitad del mediodía,
[que
devora la noche,
que lleva
y trae los barcos a la mano de la playa
[donde
los granos de arena
se han
convertido en sistemas solares que nadie entiende,
[que
se elevan
y
regresan a la faz de la tierra como un manso
[cordero,
soles
tristes que no evolucionan y explotan en su agua.
Todas las
noticias apuntarán hacia tu gran ojo negro,
[hacia
tus fauces
de
violencia genética, tus clamores de algodón
[que recorrerán el
tiempo,
las
pantallas de televisión y las líneas de periodistas
[imprecisos,
asustados
de tus dientes, pero hambrientos
[de que tu baba todo lo
destruya.
Avanzarás
poco a poco, arrastrándote por el océano
[como
una oruga gigante,
convertida
en ciclos de vientos, en círculos de agua
[tormentosa,
para que
la sal del mar se encarame junto contigo
[hasta
que tus alas blancas
aleteen
a la velocidad de la ráfaga,
con vientos sostenidos arriba de doscientos quince
[kilómetros
por hora
y rachas de doscientos sesenta que estiran todo
[como
una liga en las aguas.
Como un dios olvidado tus pasos de veinticuatro kilómetros
[por hora
marcarán la pauta hacia la tierra que te espera tranquila,
[necesaria como la luz
que se unta a las plantas como un radiante grito
[de
vida.
Como el dios maya Hurankén que esparció su aliento
[en las insólitas aguas del origen,
así tus alas de mariposa blanca recorrerán su camino
[de caprichos,
por aquí, por allá, adelante, izquierda, derecha.
También
en tu recorrido cargarás las significaciones
[de
tu nombre,
habitadas
por los signos de los arahuacos
[y los quechuas,
ese
dios maligno que todo lo recoge y lo lanza
[hacia los cielos.
Lento,
sonriente, satisfecho de la sangre de aire que te poseerá
[como
un demonio,
invisible
a la mirada, con la furia de ese dios cojo que nació
[del
corazón del cielo
para
gobernarnos todos los septiembres de todos los años
[de
todos los siglos,
nos
dejarás ahítos de lo breve y del instante que todo
[lo consume.
Sí, ese
dios de una sola pierna, ese huracán, ese hun, uno,
[ese
akán, esa pierna solitaria
que
va dando sus tumbos a lo largo del océano
[como patada de mula.
En otras
partes vas y vienes con otros nombres,
[con
otras alas, otras penínsulas,
tal
vez otros dioses hermanos o tú mismo siempre
[como en un espejo,
otra
sangre transparente, otros mundos que vuelven
[a nacer,
siempre
el regreso, el génesis, el ciclón de la India
[y todo el golfo de
Bengala,
el
baguio de Filipinas, el Willy-Willy de Australia
[y el tifón del oeste
del Pacífico.
Tu
poderoso abismo, hoyo negro en la Tierra, nada escapará
[a
su horizonte,
ni
las lámparas de petróleo de mi abuela ni los cerillos
[de la infancia,
se
mantendrá para siempre jamás en los linderos
[del signo,
dando
giros como un trompo en la cutícula del mar, el piso
[acuoso
de tu memoria,
como en
el Popol Wuj donde naces y te reproduces
[como
maestro gigante,
donde Uk’
u’ Kaj llamado Jun Raqan, corazón del cielo,
[o
hu rapah r’aqan, agua gigante,
se
solaza y se recrea en sí mismo para renovarlo todo.
O te
hallarás en las palabras del poeta Timo Sosa, que leerás
[palmo
a palmo
para
descubrir Hunrakan, ese sentido rápido,
[vertiginoso
y
amarillo que habita en la casa de Hun-uno rax,
[y abre sus puertas
y
ventanas con un aullido que desprende árboles
[y ángeles desde sus
raíces.
Más
delante de ti verás a los gobernantes sentarse a la mesa
[para
que tu cuerpo
no
arrase nuestra frágil inteligencia que se aferra
[a los cauces del
pasado
y
a los planes de un futuro que jamás ha existido,
ahí
donde Ulises navega en las aguas
[de su incertidumbre.
Como
sacerdotes temerosos darán órdenes para recibirte
[sin
cabras desolladas,
sin
corazones abiertos para que no ocurras,
[para que no llegues,
para
que todo lo humano quede al margen de las otras
[vidas,
para
que no obstante arribes con todo el impulso
[de las horas
y
en sus prédicas escritas en oficios número
[tal y asunto tal
su
autoridad signifique el peso de una pluma que cae
[después del zarpazo:
“Estamos
trabajando para ti, para tu sonrisa,
[para tu confianza en
la urna,
para
que no te equivoques al marcar la cruz después
[de la tormenta.”
Desde sus
templos de burócratas arrastrarán el lápiz
[haciendo
planes y estrategias,
contemplando
los pros y los contras de tenerte encima
[del arco iris,
cabalgata
en la atmósfera, jinete preciso, locura blanca,
mirarán
desde sus perplejidades los efectos de tu paso
[de
veinticuatro kilómetros por hora,
cálculos
que servirán para sus rituales de despensas
[y láminas
galvanizadas.
Categoría
2
A pesar
de tus hebras que circulan, a pesar de tu antiguo
[espíritu
que nace del estío,
borraremos
de las líneas de las manos
las
significaciones de tu gestación con un nombre
[nuestro,
un
embrión que te aprisione una y otra vez
[a los delirios del
clima,
que
te una al todo que no concebimos,
del
que desertamos espantados por no creernos parte
[del vaso de agua.
A tu
eterno retorno le pondremos nombres, figuras de paja
[sin
vórtices,
círculos
que avanzan y retroceden como Octavio Paz
[en
su poesía:
vendrá
Fausto, vendrá Catrina, vendrá Juliet, vendrá Lisa,
[esa
espantosa boca
que
en un lejano septiembre de mil novecientos
[setenta y seis se
comió la tierra
y
el cielo y los casas y los coches y las mujeres
[y los hombres y los
niños.
Caminarán
por las calles con el peso de la luz del sol
[en
sus manos,
ese sudor
que se expande en las paradas de camión
[y
en las casas,
mar de
gotas y actividades que suben y bajan para darle
[sentido
a
la herrumbre acumulada en su historia.
Atentos a
la radio, atentos al aire, al remolino distante
[que
se eleva
como
un helado de coco en la cara de un niño.
Y tú sólo
te mueves como una tortuga gigante que se desplaza
[igual
que un fantasma,
lanzarás
tus zarpazos blancos, llamada de nubes y relámpagos,
[descargas
eléctricas
tronando
en los cielos mientras las abuelas tapan
[los espejos,
temerosas
de que la luz se repita a lo largo
[de sus vidas.
En todas
las ciudades y pueblos dudarán de tu arribo,
[de
tu aliento exacto,
no te
organizarán los rituales que mereces, eso de caerse
[y
levantarse,
eso
de cambiar la piel para que el horizonte tenga
[un sentido.
Le
temerán no a tu vaho impregnado de incertidumbre,
[sino
a las mutaciones
que
sufren las hormigas y las mariposas,
lo
que le sucede al instante cada que muere en sí
[mismo.
Escucharás
a través del espacio las declaraciones
[de
la comisión nacional del agua,
sobre
tu trayectoria, sobre tu violenta veracidad,
la
alerta máxima que culebrea como decreto a lo largo
[de la costa,
a
través de los siglos que reposan todavía
[en el desierto,
en
las llamaradas de más de cuarenta grados
[centígrados;
te han
medido la boca, te han marcado la piel
[con
una distancia,
con
cuatro categorías que estremecen las venas
[de los ciervos,
desorienta
a las aves de rapiña y a los pájaros que pican
[los
frutos de los cardos;
te han
dado nombre una y otra vez porque una y otra vez
[vuelves
con
tus ciclos a montar el espanto y el inicio
[del universo,
te han
metido en el prejuicio del nombre, te han metido
[en
Odile,
para
que nadie te olvide en los minutos en que abrazas
[todo.
Estarás
cada vez más cerca y desde abajo te verán
[con
tus tentáculos invisibles,
abrazos
de Hunrakan, de Jun Raqan, esas palabritas
[que
sacuden los tímpanos
haciéndolos
vibrar para que el eco del océano siga
[sonando en los
caracoles.
Con tu
hélice de nubes comenzarás a besar la costa
[de
la península antigua,
donde
Hernán Cortés asentó sus costumbres y antes
[de él otros tantos,
barcos
de quimeras en medio de la resolana,
[de los rayos solares,
hombres
con ropas y sin ropas en un encuentro
[insólito y en
silencio.
Te
acercarás como la humedad que invade lo que toca,
[con
los pronósticos
y
los preámbulos bien establecidos en los temores
[y en la duda.
Tus
vientos comenzarán a sentirse como una brisa,
[luego
como un abanico celeste,
en
seguida una tolvanera con fetos de agua que caen
[de súbito,
que
se estampan como pedradas por todos lados.
Aferrados
a sus pechos, a sus plumas, a sus pelambres,
[a
sus raíces, a sus casas de cristal,
las
criaturas comenzarán a ocultarse de tu silbido
[inmenso,
huida
precisa hacia ningún lado, cualquier sitio
[que guarde la sangre,
el
arca no construida pero a la que se han subido
[todos dando tumbos,
para
que sólo Odile ruja al sur suroeste del Finisterra.
2 comentarios:
Muy amplia visión, muy aferrado a la piedra peninsular. Felicidades. Saludos
Muy buen trabajo Ramón, felicidades.
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