Carlos padilla Ramos. Villa Juárez, Sonora México. 16 de octubre de
1959.
Arribamos a la ciudad de la Paz
el 25 de marzo de 1980, con las alforjas repletas de sueños por poder acceder a
los espacios de la educación. La ciudad de la paz de esos años, como una madre
tierna, nos abrazó con sublimes caricias maternales y nos acogió en su seno. En
septiembre del 1980, iniciamos nuestra capacitación en la Escuela Federal por
cooperación Mtro. Marcelo Rubio Ruíz, periodo que quedó concluido en el año del
1983. Posteriormente ingresamos al Instituto Tecnológico de La Paz, donde
recibimos nuestro título como ingeniero civil, en la generación 1983- 1987.
Adquiriendo nuestra titulación automática (por escolaridad) al obtener el 90%
de promedio general. De aquí, nos hemos dedicado en la mayoría de mi vida
profesional, a la disciplina de la construcción. Y en algunos espacios,
combinados; a la docencia, en la impartición de las materias de Matemáticas y
Física, en el nivel bachillerato. En relación a las letras; me recuerdo
concursando desde los años primeros de estudio en primaria y secundaria, en
eventos de declamación, oratoria y teatro, donde logramos obtener algunas
premiaciones. Mis últimas participaciones, como estudiante, en las disciplinas
mencionadas fueron precisamente en los estudios de bachillerato, don
participamos en la puesta en escena de algunas obras de teatro. Hoy y de manera
meramente accidental, nos encontramos inmersos en el medio de las letras,
escribiendo; primero algo de narrativa, a través de una serie de anécdotas de
mi vida y mi profesión, luego, en un intento por lograr mayor alcance en este
género, escribimos algo de ficción. Ahora; tenemos la oportunidad de conocer el
Taller en la UABCS, que atinadamente lidera el amigo Raúl Cota Álvarez, donde
nos encontramos ingresando al maravilloso mundo de la poesía.
Equivocado el mar, suelta una
golondrina
Como solté yo sin meditarlo,
este loco amor por tí
y sufrí con ello,
tal como un padre cuando pierde a
su hijo.
Y crujieron con violencia los
cerrojos del alma
al reconocerse equivocado el
sentimiento.
Si la llave del llanto te delata
¡Suéltalo y se libre!
no vivas con él para que te
aprisione.
¡Enfréntale tus fuerzas!
para que fluya con la libertad de
las gaviotas, con la libertad misma del aire.
Y cuando al final lo sientas
tuyo,
¡vuelve a soltarlo!
porque solo así,
es que al final será tuyo, para
siempre.
La poesía
Inacabable fuente, desde donde
borbotan sueños y llegas como inagotable
manantial de ideas.
Te aproximas lenta y quieta,
muda, escandalosa y seria.
Con alegoría estrepitosa de
carnaval,
de mascarada irreal.
Como una vida misteriosa,
envuelta en prosa poética.
Como verso hecho de risas y
llantos,
de ruidos y silencios.
Miedo
Eres vago e intangible
y sin embargo...
Cuando llegas,
losas densas aprisionan el alma
con desaforado espanto.
Luchas tan etéreas, como infames,
invaden desgastándolo todo,
desperdiciándolo todo, en un
mundo de mentiras.
¡Porque al final, eres solo eso!
¡Mentiras!
Y por mucho que te esfuerces por
hacer presente nuevo rostro,
tus miles de rostros, no son más
que máscaras de falsedad que calan
y se vuelven celos que abrazan,
que fluyen en torrentes
abrasando músculos que gritan
tiritando por tu culpa.
No te temo,
sé que en círculos concéntricos
regresas,
que en periodos sucesivos te
presentas.
Ven a mí, regresa.
No maltratas ya más a mi alma.
Te conozco y, no te temo.
Tragedia
Broma macabra me encontré un día
al enterarme
que mi madre iba perdiendo sus
recuerdo.
Sentí como los cristales de mi
vida
se rompieron
y amenazando mi existencia
con sus aguzadas puntas
en mi contra se volvieron.
Y me propuse escribir mil notas,
pensando que con esto,
aquello resolvía
y que al leérselas la curaría.
Pero el golpe fue tan fuerte
en aquel maravilloso baúl de los
recuerdos
que se quedaron esparcidos por el
aire.
Ya no logré remediar
ni parchar al menos
la tragedia.
Sin embargo la alegría de mi
madre,
cuando con sus glaucos ojos me
acaricia,
hará que mi vano intento
haya valido la pena para siempre.
El desierto y el mar
Infinitos universos de ondeantes
superficies
Horizontes inacabables
bajo una bóveda celeste
igual de interminable.
Mundos de carácter apacible
Reventando entre retos que se
oscilan tremebundos
entre vida y muerte,
entre humedad y sequía
sin arroparse ni perderse nunca
en sus antagonismos.
Mudos mundos que se complementan
con sus ruidos,
con sus vidas anteriores
y con sus muertes interiores
que en vaivenes perenes se
transportan.
Mundos de lo infinito y lo
pequeño
que al otorgar el sustento
alimentas fortaleza y temple
miedo y confianza
valor y talento.
Paraísos milenarios sin renuncia
alguna
vitalidad que tiembla
ante el desgarrador llanto de la
ballena
y gime ante el lastimero
aullido del coyote.
Viajando desde inimaginables
espacios
que al intersecarse
llegan
tan solo para concluir el viaje
en sus orillas
y confirmar su amor eterno
con un beso suavemente cálido
que se quedará por siempre
tatuado en sus mejillas.
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