viernes, 2 de junio de 2017

Casi neutro soñador. Poemas de Antonio Susarrey



Marco Antonio Susarrey Galindo, nació un 16 de septiembre de 1990, en lo que respecta al oficio de escribir, a pesar de tener publicaciones breves y ocasionales en revistas literarias, no descarta seguir teniendo sus aportaciones. Fue cuando se integró a la red de lectura organizada por el promotor de lectura Luis Fernando Gómez Cota, que empezó a tomarse la literatura más en serio como medio de expresión. Tiempo después pasaría a formar parte del seminario de dramaturgia de Alianza Francesa de La Paz en las temporadas 2013 y de 2015, tiene actualmente una colaboración aún en proceso de Cuadernos de la Serpiente.







Elevador



No amanezco, sin acatar de memoria este vaivén espinal, la caja burguesa

donde se piensa en el golpeteo de un gran mazo de feria

(y, como una lógica consecuencia, esperamos ascender).



¿Es que mucho más sentido tendría así?

Vaya, esto sí sería dejarnos sin palabras, ¡ponderar, sin medalla!



Mientras se respira por los ojos la confidencia,

mientras florece sobre el brío, el tizne

de alguna sombra bufa y protocolaria,

me respalda la absurdidad que aún pellizca como una brasa contra las sienes,

porque la naturaleza del destino era verse impreso sin fábrica; sin torre como garbo de cisnes corrompidos; sin Goliat en un pie que agreste prioridad fuera escamotearlo cuando se pase de yerto.



Pero algo ignora más de sí y se niega a ser lacónico,

¿acaso la epítome de la fragilidad tendría que esperar?

Le da tiempo ello al cristal de conquistar más cenitales sumas; el pavor imprime sobre el corazón los vértigos en un más escabroso sentido que el de sólo crecer;

acaso el cristal llegara a precipitarse y hasta la lengua poblar.



¿Somos frágiles, lo recordamos mal, tan sórdida, patéticamente mal…?

de lo contrario no se resistiría el corazón a cundir más profundo de lo que la iniquidad obstruye con su paso.

Se piensa que hay que libar de salubre y buen espejo cuando es tan audaz la fruta, que sobrevive a concretarse sobre un estanque de glacial aumento.








Cajetilla



Traigo pétalos diseñados para el ígneo desuello

y un pesar inagotable, una muy corrosiva poma;

un veneno en la jofaina llamada ciudad; un pleonasmo de tierra bien tatuado más agonizante; un trozo de barrio que empieza en el vaivén de tu falda y que acaba (sin distinción de hostigadores) en laberinto;

traigo un cierto repudio por el abrevadero de sanguazas, traigo un verso que es torrente y no un remo, y lato con el ansia al ras de un goce efímero, portando el encendedor que ipso facto la calamidad retrata y me recuerda lo matorral hemos sido por dentro.










A mi infanta



Como el fiador cetrino procuraría en su nevisca,

una vez designe lugar a tu fantasía, me aferraré a suponer que las primaveras rayan donde tú.

Esa convicción de claridad, dirás, renace.

Y sin duda, descorrer, consistiría a la larga en tu impulso blanco.

Dirás: esto falta; dirás: sólo emanemos tal o cual verso al aire

en tanto que mar y albufera encendidos de vítreo parentesco.

Vaya aprehendida pieza de ternura que eres:

De tu voz la agudísima campana, a voz sensible me siembra risa;

tu ombligo: madriguera tersa de la estrella más canica (tu vientre de algodón carcajearía si lanzo una y lograra, con la mayor fortuna, errar).

Sin embargo, cuando te pinte la melancolía como la auguro

después de consumido todo este viso de inocencia…

dirás: no enmarques, por desesperación, a una atmósfera que avejenta, 

 sólo descompón el vaho de su púrpura; dirás… 

¡entreabre como festiva cosa, al púrpura! 

 Aún sobrevenido denso, y agreste en las cosas, 

un otro dinamismo: descubrirás un rojo sin masacre, 

sólo espejismo cereza que afín al aura te persiste; 

 no te derrotará el espanto cerúleo que es el día revoltoso, según aterrice; 

 No dos izquierdas gamas se concentran en el pasodoble del púrpura: 

 vaivén y casa de uva que se ovillan en la sangría indeleble de dios.











Los objetos



A veces los objetos son suplidos

pero a veces, se acumulan.

Hacen dunas en la casa, las ventanas se obstruyen,

la cama se reduce...

y se me ocurre alguna hipérbole

que no me cabe en la lengua.



No cualquiera entiende la añeja hipnosis

de las experiencias.

Sin embargo, debe suscitar un tipo de conflicto insoslayable

que no son ni la pelusa, ni los artrópodos infectos, ni la angustia por una rendición prematura…

pues así, ¿cómo se dejará algún espacio, más que nada

para verter el recuerdo que falta?






Conjetura


Debe ser incansablemente extraño imaginar nupcias de mastodontes sosteniendo al mundo, constreñido por el moño de sus fornidas trompas al grado de asfixia y sepultura rota.



¿Por qué no sugerir entonces, digamos… una foca que nos dediquemos a agraciar?



Una que salte y aplauda briosa, a sirviente estrellato

salvando de la puerilidad nuestra cognición.



Y pese a todo procurar, ¡ah!, pundonor de onírica foca, jamás en su genio pinchar, con el clavo de hielo formado en su nariz aguda, la pelota.











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POETICARTEL #4

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ILUSTRACION DE JULIETA SANCHEZ HIDALGO, TEXTO DE FEDRA RODARTE HIRALES ---PROYECTO URBANO DE DIFUSION DE LAS LETRAS Y LA GRAFICA SUDCALIFORNIANNAS, EN COORDINACION CON EL ISC Y LA DIRECCION DE CULTURA MUNICPAL

"CIUDADES IMPOSIBLES" obra grafica de Omar Murillo

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--de la serie "ciudades imposibles"

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