viernes, 3 de junio de 2016

MI SILENCIO. Poemas de Tonantzin Gpe. Torres Navarro




Tonantzin Torres, 


La Paz, B.C.S. 1985. Durante su adolescencia en la Heroica Mulegé descubrió su pasión por las letras, ya que era los libros las ventanas al mundo, en aquel oasis indómito. Siente la poesía como una segunda piel, pero se rinde a su voluntarioso cerebro escribiendo ensayo. 







Verano


Trasluces en todos mis versos
y te nombra cada una de mis palabras,
no se si es más tortuoso adorarte a pesar de,
o intentar arrancarte de un alma llena de tus gestos comunes
y tu mirada extraordinaria.
Rendida estoy,
ven a poblar esta tierra que solo reverdece en la humedad de tu presencia.
Que desborda de ti y para ti.
Eres como tu nombre, en el que florece todo lo perenne.






Agonía


Una sola oración en mis labios
desde un tiempo sin memoria:
todo está bien. Todo estará bien.
Estoy bien.
Como un mantra,
o una maldición,
como un conjuro que se vuelve súplica.

Te extraño insoportablemente,
que me arrastro por la ciudad
bajo el peso asfixiante de tu presencia en las cosas
que no puedo evitar,
en todo lo ridículamente ordinario:
parques, calles, esquinas,
canciones;
bajo el peso asfixiante de tu ausencia en lo mío,
en lo que tiene que ver conmigo.

Todos han ido y vuelto de ese lugar común,
algunos con más o menos toques bohemios.

Estoy siempre a punto:
de llorar, de buscar, de llamar,
de mandar todo a la chingada de una vez.
"¿Para qué lloras?"
¿para qué habría de llorar?
¿para que vuelvas?, ¿para qué te importe un poco mi suerte?
"¿Para qué sigues sufriendo?"
¡por qué no puedo evitarlo, carajo!
porque estoy enferma de tristeza,
porque te extraño tan miserablemente
que cada vez que respiro siento que me parto en mil pedazos;
a duras penas puedo tragar
con este nudo en la garganta perpetuo,
a penas duermo, a penas vivo...
no te hablo, no te digo entre la gente,
pero te pienso;
te cuento mis cosas y te sonrío.

Puede ser que no te busque
pero te siento perdido.

Las palabras que no te dije son plomos ardientes.

No te veo, pero la condena no es menor:
tu rostro es un daguerrotipo en el mármol de mi memoria.

Este dolor no tiene narrativa posible,
este sufrimiento no es nada poético;
es feo, desagradable, ajeno:
esto es una enfermedad,
que aunque no contagiosa repele,
es crónica, manifiesta, incurable.

Cada día, uno menos.

Así es esto de vivir el amor
como etapa terminal.





Tu mirada


Es una mañana hermosa,
la brisa acaricia los espejos del alma.

En mis dedos tengo todavía
la sensación de tu piel,
y el sonido del viento
entre los árboles
llega a ese centro
que solo tú puedes estremecer.

La nostalgia se esconde
entre las nube
y amenaza con lloverme:
humedad en tus labios,
en tus manos,
en tus ojos al decir adiós.

A lo lejos puedo ver
como los recuerdos de ti
se mueven torpemente,
sin rumbo fijo;
son caracoles en la arena del olvido,
que se deslizan negándose a cruzar
la delgada línea entre quererte
y haberte querido,
tenerte o haberte tenido;
entre ser uno solo
o ser dos muy distintos.

Es una mañana hermosa
y espero que si el sol sale,
me ilumine como tu mirada.






¿Imaginaste que serias un poema?


Uno, varios, todos los poemas que he escrito,
aún los que he callado.

Te he acariciado incansablemente a punta de versos;
escogiendo celosamente las palabras que simulen las yemas de mis dedos...

Te abrazo con canciones que no escuchas,
te beso con suspiros cada día.

Has sido poema, ensayo, cuento,
penumbra en la madrugada cuando te deseo a mi lado
y abrazo tu vacío para seguir durmiendo contigo;
luz cegadora a medio día,
cuando te comparto las cosas comunes de la jornada;
la boca del lobo por la noche,
cuando cierro los ojos para que nada me impida verte.

Mi canción, mi silencio;
las alas y el viento;
los pies para andar
y la estaca que los siembra en una tierra infértil que no ha de retoñar jamás.

Trescientos cincuenta y cuatro días,
miles de noches,
todas las horas de la vida,
la eternidad de minutos llenos de tu ausencia,
vacíos del eco de tus palabras,
desbordantes de segundos que replican tu sonrisa para que no la olvide jamás.

Eres todos los poemas que no he escrito,
porque eres el hilo con el que costuraron mi alma gangrenada,
eres parte de mi,
alimentado de mi sangre y carne de mi carne.

Serás la sombra de mi sombra
de mil sombras que acumularé en ese siempre que no existe,
porque lo eterno es un invento para tener a qué asirnos y de qué renegar.

Eres imposible como querer fundar una ciudad en la arena;
eres el lastre más grande de mi vida,
el grillete que me detiene,
pero que arrojado al futuro me arrastra consigo,
y que si quiero desandar los pasos no me permite regresar.

Eres el poema que llevo desesperantemente pegado el cuerpo,
como tinta espesa,
como la costra de una herida que se niega a sanar.

Eres todos los besos que he regalado por ahí,
todas las promesas sin futuro que he hecho,
las sonrisas que he prodigado.

Y esta es mi venganza por tu desamor y tu destiempo,
y esta es mi revancha por tu ausencia y tu silencio.

Y este es mi desquite, porque te caga la poesía.

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"CIUDADES IMPOSIBLES" obra grafica de Omar Murillo

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